El paciente ludópata requiere un tipo especial de tratamiento en el que se le de atención sin hacerle sentirse juzgado; la sensibilidad del terapeuta a veces puede ser más importante que la técnica en sí.
Marco Garza www.ludopaterapia.com contacto candianim@yahoo.com

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Formas de codependencia en ludopatía.


El problema es mi suegro; muchas veces cuando caen cantidades de dinero  grandes en su negocio se las gasta en el casino, aunque el dinero no sea suyo y este destinado para un pago. Además se vuelve irritable y violento cuando se trata el tema y niega tener ningún problema. Ha llegado a decir que todo lo que pasa se tiene que quedar en casa y que no piensa ir al psicólogo y le dice a su familia que no le quieren y que debería suicidarse. Beatriz 

Habíamos mencionado que una de las posibles dinámicas que se establece entre el jugador compulsivo y su pareja o familiar se conoce como codependencia, cuya característica principal es proporcionarle una justificación al adicto y en lo posible evitarle los problemas asociados para que no “siga sufriendo”. Evidentemente la falta de responsabilidad con respecto a la conducta perpetúa indefinidamente el problema.
En la práctica clínica las personas no llegan a terapia porque deseen dejar de jugar, sino que lo hacen porque quieren dejar de sufrir, y es tarea del terapeuta hacerles ver que en su caso particular inevitablemente los problemas y el juego van de la mano.
Examinando el tema de la codependencia encontramos  tres formas  básicas en las que se manifiesta; tratar de encubrir al adicto, tratar de controlar su conducta y cooperar con él para que pueda continuar en su adicción.
El encubrimiento se da porque una persona con ludopatía eventualmente entra en conflicto con sus relaciones en el trabajo, con los amigos o con la familia. Cuando esto sucede, el codependiente puede tener la tentación de intervenir justificando una ausencia, o encontrando excusas cuando alguien critica el comportamiento del ludópata. El encubrimiento  también puede tomar la forma de rescates, tomando como propias las obligaciones del adicto o actuando en su nombre o pagando sus deudas. De esta manera solo se está aplazando las consecuencias naturales del  juego e indirectamente se la da luz verde al ludópata para continuar.
Controlar  la conducta del adicto. Uno de los axiomas en el tratamiento de las adicciones dice que el adicto debe tocar fondo antes de que pueda empezar su recuperación. Una vez que el juego llega al punto de la adicción el jugador ya no está en control de sus propias acciones, así que el transitar esta etapa no se puede evitar y es un requisito previo para pedir ayuda. Esto significa que si se intenta intervenir y controlar el juego del ludópata, los esfuerzos probablemente serán  ineficaces  e incluso contraproducentes. Los cónyuges de los jugadores hacen infinidad de cosas para controlar a sus parejas, desde esconder las llaves del coche, llenar el calendario con compromisos sociales, quitarles el dinero y las tarjetas, etc.. Sólo hay una cosa que se puede decir acerca de estos planes y tácticas;  no funcionan. Incluso pueden proporcionar al ludópata una excusa para su comportamiento y para trasladar la culpa al codependiente, y en ese caso este puede ir y medicar su “dolor” con una nueva ronda de apuestas. Incluso si se amenaza al apostador con abandonarle lo cual es empleado como último recurso  es probable que no tenga ningún efecto, un jugador en la agonía de su adicción probablemente se sentirá aliviado al ver a su esposa o esposo salir por la puerta.
Cooperar con el jugador. La última forma en que  un cónyuge o familiar  puede permitirle al ludópata continuar con su adicción es al convertirse en un participante directo o indirecto en el problema. No es infrecuente que el codependiente comience a desarrollar el gusto por los juegos de azar como una forma de estar cerca del adicto o de tratar de entenderlo; en tales casos el jugador suele  aprovechar este entusiasmo porque le sirve para justificar su propio comportamiento. 

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