Quiero
decirlo muy claramente, no proliferaron durante mi gestión y mucho menos
casinos, casinos donde se juegan naipes, ruletas, eso está absolutamente
prohibido y si han proliferado o prosperado no fue durante mi gestión".
Santiago Creel
Después de la prohibición de los casinos instrumentada por
Lázaro Cárdenas en los siguientes sesenta años hubo varios presidentes mexicanos que tuvieron
la intención de volverlos a permitir –Díaz Ordaz, Salinas de Gortari, Zedillo-
pero que no lo hicieron principalmente por la oposición que encontraron al tema
en grupos políticos y sociales.
Habiéndose instalado el PAN en la presidencia,
la intención de aprobar los casinos viene de parte de esa agrupación política.
Es el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, el que trata de
establecer los consensos necesarios a través de sus operadores políticos en la
cámara de diputados –2003–. Sin embargo,
y ya con el borrador de la ley redactada, se filtra información en los medios
que lo obligan a sacar un desmentido que frustra sus intenciones.
Para el año siguiente, 2004,
el presidente Vicente Fox convoca a cuatro de sus secretarios de Estado para
que se pronuncien a favor o en contra del juego de azar, y todo hace suponer
que se va a aprobar la Ley de Casinos, pero el sector empresarial e intelectual
se opone a un cambio de legislación hecho al vapor.
En respuesta, Creel Miranda
solicita al presidente la autorización para expedir un reglamento a la vieja Ley
de Sorteos de 1947 que le da atribuciones al secretario de Gobernación –el
mismo Creel– para interpretar la ley de lo que está permitido y no en materia
de juego; todo esto se consideró como un intento de presionar para forzar los
cambios a la legislación.
El reglamento
contenía muchas ambigüedades, pero lo que sí quedaba claro era la prohibición
para operar máquinas tragamonedas. El hecho es que las autorizaciones para books y bingos –pero no de casinos– quedaron
a la discrecionalidad del secretario de Gobernación que tenía aspiraciones
presidenciales y otorgó al final de sexenio mientras hacía campaña para ser el
candidato a la presidencia de su partido, permisos de operación que fueron muy
cuestionados en su momento. Tan solo en el año 2005 la Secretaría de
Gobernación estando en manos de Santiago Creel Miranda autorizó 486 permisos a
25 empresas para la instalación de salas de juego con sorteos de número.
En la práctica
los empresarios del juego muy pronto empezaron a sacarle la vuelta a la ley
para poner a funcionar tragamonedas a las cuales las llamaban como máquinas de sorteo
de números o de habilidad. Al final nos quedamos con una legislación pésimamente
redactada y llena de ambigüedades, lo que dio pauta a que el país se llenara de
casinos legales, ilegales y amparados.
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