El paciente ludópata requiere un tipo especial de tratamiento en el que se le de atención sin hacerle sentirse juzgado; la sensibilidad del terapeuta a veces puede ser más importante que la técnica en sí.
Marco Garza www.ludopaterapia.com contacto candianim@yahoo.com

martes, 27 de noviembre de 2012

Historia del juego en México. La vuelta de los casinos.


Quiero decirlo muy claramente, no proliferaron durante mi gestión y mucho menos casinos, casinos donde se juegan naipes, ruletas, eso está absolutamente prohibido y si han proliferado o prosperado no fue durante mi gestión". Santiago Creel 

Después de la prohibición de los casinos instrumentada por Lázaro Cárdenas en los siguientes sesenta años  hubo varios presidentes mexicanos que tuvieron la intención de volverlos a permitir –Díaz Ordaz, Salinas de Gortari, Zedillo- pero que no lo hicieron principalmente por la oposición que encontraron al tema en grupos políticos y sociales.
Habiéndose instalado el PAN en la presidencia, la intención de aprobar los casinos viene de parte de esa agrupación política. Es el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, el que trata de establecer los consensos necesarios a través de sus operadores políticos en la cámara de diputados  –2003–. Sin embargo, y ya con el borrador de la ley redactada, se filtra información en los medios que lo obligan a sacar un desmentido que frustra sus intenciones.
 
Para el año siguiente, 2004, el presidente Vicente Fox convoca a cuatro de sus secretarios de Estado para que se pronuncien a favor o en contra del juego de azar, y todo hace suponer que se va a aprobar la Ley de Casinos, pero el sector empresarial e intelectual se opone a un cambio de legislación hecho al vapor.

En respuesta, Creel Miranda solicita al presidente la autorización para expedir un reglamento a la vieja Ley de Sorteos de 1947 que le da atribuciones al secretario de Gobernación –el mismo Creel– para interpretar la ley de lo que está permitido y no en materia de juego; todo esto se consideró como un intento de presionar para forzar los cambios a la legislación.

El reglamento contenía muchas ambigüedades, pero lo que sí quedaba claro era la prohibición para operar máquinas tragamonedas. El hecho es que las autorizaciones para books y bingos –pero no de casinos– quedaron a la discrecionalidad del secretario de Gobernación que tenía aspiraciones presidenciales y otorgó al final de sexenio mientras hacía campaña para ser el candidato a la presidencia de su partido, permisos de operación que fueron muy cuestionados en su momento. Tan solo en el año 2005 la Secretaría de Gobernación estando en manos de Santiago Creel Miranda autorizó 486 permisos a 25 empresas para la instalación de salas de juego con sorteos de número.
En la práctica los empresarios del juego muy pronto empezaron a sacarle la vuelta a la ley para poner a funcionar tragamonedas a las cuales las llamaban como máquinas de sorteo de números o de habilidad. Al final nos quedamos con una legislación pésimamente redactada y llena de ambigüedades, lo que dio pauta a que el país se llenara de casinos legales, ilegales y amparados.

 

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