Estaba en
una situación que no se podía sostener, nada ni nadie me podía controlar, pasaba
unas siete horas diarias jugando. Empecé a apostar con mis propios recursos y
finalmente pasé a robarles dinero a mis padres,
hasta que ellos se dieron cuenta y me plantearon que debía afrontar que estaba
enfermo. Cuando juegas, estás en tu mundo, en una burbuja donde tú piensas que eres el mejor.
Carlos
A partir de la proliferación de lugares para
apostar en México la compulsión a los juegos de azar que antes era
prácticamente desconocida en el país ya se ha posicionado como la tercera causa
de adicción entre la población en general –después del alcoholismo y el
tabaquismo y por encima del consumo de drogas- Esto ha motivado que actualmente
se le ponga la etiqueta de ludópata a casi cualquier persona que acude a un
casino.
Es importante hacer la distinción entre las personas que
llevan a cabo una actividad de ocio y aquellas que han desarrollado una
patología, el juego es parte importante para el desarrollo humano durante la
niñez y en los adultos es un motivo para distraerse, sociabilizar, liberarse de
la tensión de la vida diaria, etc. Sin embargo, para una parte de los apostadores -entre un 10 y un
20% dependiendo del formato - jugar puede llegar a convertirse en una conducta
compulsiva que va a derivar en conflictos graves.
De acuerdo a varios investigadores * podríamos
decir que esta actividad se ha
convertido en patológica cuando se manifiestan en la persona dependencia psicológica
y efectos perjudiciales. La dependencia
psicológica se caracteriza como el deseo, ansia o pulsión irresistible
(craving); la polarización o focalización atencional; la modificación del
estado de ánimo (sensación creciente de tensión que precede inmediatamente al
inicio del cambio de conducta), placer o
alivio o incluso euforia mientras se mantiene esa conducta; agitación o
irritabilidad si no es posible satisfacerla), y la pérdida de control e
impotencia.
Para considerar como perjudiciales los efectos estos
tienen que ser graves y alterar tanto el ámbito intrapersonal (experimentación
subjetiva de malestar) como el interpersonal (trabajo, estudio, finanzas, ocio,
relaciones sociales, problemas legales, etcétera). Los síntomas deben estar presentes
durante un periodo de tiempo continuado de al menos doce meses siguiendo los criterios
de la Asociación Psiquiátrica Americana.
*Echeburúa, 1999; Griffits 2000;
Sánchez-Carbonell, Beranuy, Castellana, Chamarro y Oberst, 2008; Washton y
Boundy, 1989)
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